Parece que estamos llegando a una situación en la que las asociaciones de personas se desintegran para formar nuevas de otra naturaleza en las que los individuos forman parte de ellas más por lo que hacen y no por lo que piensan o por su ideario político o principios.
Las personas, de esta manera, no se estructuran alrededor de otras personas, sino alrededor de acciones que llevan a conseguir objetivos.
A partir de aquí, se vislumbran nuevas actividades, nuevas maneras de afrontar los problemas sociales y, probablemente, se utilicen estructuras que están vigentes, en forma de partidos políticos, pero reinsertándolos en la nueva sociedad, conducida por nuevas maneras de comunicación, creando nuevas instituciones administradas por meros gestores, de manera transparente y, con la incorporación de las nuevas tecnologías sociales, con bajos costes.
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