jueves, 18 de abril de 2013

De las ilusiones y de las Ambiciones

La ilusión es positiva. Es un estado de ánimo que mueve, que nos ayuda a andar hacia lo ilusionado, hacia nuestro deseo de alcanzarlo.

La ambición, en cuanto obsesión, nos ciega. Es otro motor que nos mueve hacia lo deseado, pero no permite oir, ver y sentir a nadie que se interponga entre nosotros y lo ambicionado, a veces ni siquiera a nosotros mismos.

La ilusión nos permite afrontar los errores positivamente, aprendiendo de ellos sin mermar la capacidad de seguir intentándolo.

La ambición en conseguir algo hace que los errores sean fracasos. Esos fracasos, palabreja terrible, nos convierten en fracasados. Fracasados solitarios, pues es fácil imaginar que, probablemente, hayamos pisado alguna cabeza a la hora de subir por nuestra escalera de ambición.

De esta manera, cuando lo deseado necesita de más personas, necesitamos ilusionarnos por ello.

Ambicionar un objetivo social sin tener en cuenta las personas es llegar al poder por el poder.

Ilusionarnos en un proyecto de mejora social teniendo en cuenta a las personas, es hacer política con mayúsculas.

Os invitamos a eso, a tener ilusión. Podremos equivocarnos pero entre todos seguiremos mejorando, superándonos.

Ánimo. La transparencia administrativa es una ilusión que quiero compartir. Necesita también de tu ilusión.

No perdamos eso que nos hace personas sociales.

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